Desafortunadamente, la mitad de los menores con trastorno del espectro del autismo sufren acoso escolar en algún momento de su vida, según estudios internacionales. Sin ninguna duda, ante estas situaciones, tolerancia cero. 

En primer lugar, debemos informar de la situación y de nuestras inquietudes al centro educativo para poder elaborar un plan de actuación, si es necesario. 

Como padres, debemos estar atentos a posibles signos de alarma: pérdida o daño de materiales, heridas, incremento de conductas obsesivas, rituales, estereotipias, reacción hipersensible, mayor nerviosismo ante pequeños incidentes, pérdida de interés por actividades que gustaban, más aislamiento, tristeza, resistencia o rechazo a ir al centro educativo, etc.

Es también importante hablar con nuestro hijo o hija, a su nivel de comprensión, sobre la intimidación y el acoso, y sobre el porqué están mal, ya que las personas con TEA tienen dificultades para distinguir las intenciones de los demás e interpretar situaciones sociales.

En este campo queda aún recorrido por hacer, hay que seguir trabajando desde distintos niveles, promoviendo los valores, la diversidad, la sensibilización y la comprensión de las personas con TEA entre todo el alumnado.